sábado, 31 de diciembre de 2022

Alan García en la noche nochera de Barranco

Hugo Neira 

Crónica sobre la noche limeña, más bien barranquina. Y algo más. Fuimos al teatro, a  Microteatro, en Barranco. Cuando llegas, te encuentras en una suerte de cafetería, luego bajas una escaleras, y te hallas en el lugar escénico (Jirón Batallón Ayacucho, 271). El lugar es acogedor, te tratan con amabilidad, puedes tomarte un trago antes de entrar al escenario, hay guías para cada paso. Luego los peldaños para la hora en que se inicia el microteatro. Me sorprendió, no lo conocía. Todo eso, para un público que por cierto ama la noche, sin embargo, una disciplina de cuartel. Y ahí una obra teatral sobre Alan García. No es broma. No me lo permitiría por respeto a la muerte, y a los que se nos han ido, y con más razón, tratándose de un amigo como Alan, por la aflicción de la hostilidad a su persona cuando en vida. Ahora bien, antes de comentar la obra de teatro, conviene que les diga algo sobre la singularidad de la escenificación.

El local y el lugar. Todos los jueves, los viernes y los sábados, desde las 11:00 pm (no me equivoco, a esa hora) una obra titulada «En Instantes». Para ello, han montado un sistema de teatro en el que cada obra dura no más de 15 minutos, y en un local deliberadamente pequeño, y lo que es decisivo, por razones psicológicas, el actor lo tenemos lo más cerca posible. Por lo demás, se presentan diversas obras, todas las cuales —unas cinco— arrancan con una puntualidad admirable, a las 11:00 de la noche, a las 11:10, a las 11:50, etc. De modo que si alguien quiere seguir viendo otras obras, puede hacerlo en el tiempo que transcurre en un obra teatral convencional. Cortita la escena pero intensa, muy intensa.

¿Por qué fuimos a ver aquella que el personaje elegido era el expresidente Alan García?

Estuvimos, después de cenar en Café Cultural que es un vagón de tren de los de los tiempos de Maricastaña, porque el libreto ha sido escrito por Fernando Vivas, lo que me intrigaba. Tengo por mi parte la mejor opinión de Vivas periodista, y recordé las veces que entrevistó a García, lo mucho que personalmente lo conocía, y aposté que esa obra teatral no podía ser de ninguna manera una chapuza, y menos un sainete cualquiera, una de esas cosas que aparecen en la televisión y que, queriendo ser graciosos, vuelve el arte del teatro una vil pantomima que solo hace reír a los tontos.

Nada de eso ocurrió esa noche. Llegamos a la salita para el tablado, y lo primero que vimos era un hombre no alto sino muy alto, de espaldas al público, y nosotros los espectadores, en torno a la escena, en círculo. El actor se llama Alonzo Aguilar, lo han maquillado adecuadamente, luce una falsa papada, pero en realidad, no necesita mucho histronismo para la representación de Alan García. Vimos los ademanes del extinto presidente, su manera de hablar mientras daba grandes pasos, el gesto de Alan de detenerse y echarse para atrás, como le pasa a muchos de los que son muy altos, y tienen que evitar fatigar la columna vertebral que suele encorvarse. Vi de nuevo al expresidente; el gesto de echar de golpe una mirada a alguno de los espectadores, mirándole fijamente, como si esa parte del discurso fuese dirigido a esa persona y no a todos. Debo decir que me dejó pasmado. La argumentación, el curso de sus ideas durante el monólogo, no tuvo ninguna ornamentación ajena. Vaya trabajo el de Vivas. Lo que se escuchaba en el proscenio es el posible discurso del extinto.

En cuanto al soliloquio, las cosas que decía esa suerte de resurrección de Alan García era lo que habría dicho, de estar con vida. El acierto de ese monólogo teatral, tiene el actor que se le parece y a la vez, los giros orales, las referencias a su vida (episodios reales, no literarios), lo que hizo en sus gobiernos, la citación adecuada de Haya de la Torre y las persecuciones de los años treinta, la convicción de que lo odiaban y la respuesta que de por su parte no odiaba. Vuelvo a decirlo, como se nota que Fernando Vivas conoce el repertorio de las ideas del expresidente, son los argumentos del fatídico viajero, unas voces que vienen de ultratumba, «la imprescriptibilidad del odio».

El periodismo que sigue el teatro limeño, ha aceptado que esa obra toca el destino de esa persona que ya es parte de nuestra historia, e invita a la reflexión. El diario El Comercio, en Somos de la semana pasada, dice: «para Vivas, la mayoría de peruanos no se ha dado un tiempo para procesar (mentalmente) la muerte del expresidente García». Por mi parte, noche sensacional. Buena obra de Fernando Vivas, impresionante el actor Alonzo Aguilar, el silencio caviloso del público y los sonoros y prolongados aplausos al final.

Que el lector no se equivoque, esto no es politiquería sino arte. Se evitaron los juicios a favor o en contra. En «esencia», como se dice en estos días oscuros, quien habló fue García. O sea, el amable lector puede gozar de esa dramaturgia, y sus simpatizantes, y acaso también los que lo odiaron. He aquí, una vez más, el triunfo del arte del teatro. Para volver a escuchar al líder aprista que decidió irse, hay que ir a Barranco, estar en la salita de «En Instantes». Un viaje al otro mundo con boletería a 17 soles. Vale la pena. Y bravo por el director Mario Ballón, el actor Alonzo Aguilar, el dramaturgo Fernando Vivas, y la productora, Naomi Moreno, que no tengo el gusto de conocer. No estoy vendido a ningún grupo mediático, no suelo ser ni sobón ni zalamero. Eso de apreciar nos inhibe por ese excesivo prejuicio del qué dirán. A estas alturas del partido, a los ochenta y tantos de mi ya prolongada vida, lo que los roñosos —los cicateros como dicen los madrileños—, los tacaños para elogiar, digan o piensen, me llega altamente. Cuando algo es bueno hay que decirlo. Costumbre que se ha perdido. Y cuando alguien toma una decisión desde el poder y es un error, hay que decirlo. Sencillamente, y sin aspirar a puesto alguno. ¿Estamos?

Publicado en El Montonero., 16 de setiembre de 2019

https://elmontonero.pe/columnas/alan-garcia-en-la-noche-nochera-de-barranco 


Alan García. O cuando los políticos eran cultos y escribían.

Hugo Neira

A los seis meses del viaje de Alan García a lo desconocido, Caretas me pide estas líneas. Una revista con la que me unen lazos de muy atrás. Vayamos al grano. A su muerte, por mi parte dije que lo perdía no solo su partido y la democracia, sino el Perú. Palabras en un programa de Canal N, entrevistado por Mijael Garrido Lecca, que dicho sea de paso es un joven excepcional como se probó esa noche conversando conmigo de igual a igual pese a la diferencia de edades. Y entonces, comencé por situarme en un espacio no discutible. El del «amigo». ‘Situarse’ era uno de los conceptos que usaba el filósofo Sartre para que no lo confundieran con tal o cual tendencia. Sí, pues, Sartre. Mario Vargas Llosa dijo alguna vez que en nuestra generación todos éramos sartrianos. En fin, lo del «amigo» esa noche, era para que se comprendiera no solo que no era yo aprista sino que no soy parte, deliberadamente, de ningún ente político peruano. La pasión por la política, en mi caso, ha sido reemplazada por la actitud académica de comprender antes de enjuiciar. Eso que se llama axiología. Es decir, la búsqueda de lo real, lo cierto, lo verdadero. Tarea del investigador y no del político. Si nosotros, en las cátedras, no somos claros y desinteresados, ¿para qué serviríamos?

Tras la idea de amigo hay dos enlaces con lo real. En primer lugar, Alan García no solo fue un político aprista sino que se dio tiempo para escribir: Modernid@d y polític@ en el siglo XXI – El mundo de Maquiavelo – 90 años de aprismo – Confucio y la globalización. Comprender China y crecer con ella. Y no solo hizo eso. En el 2015, editados por Crisol, publica nueve volúmenes, con el título de Obras. Lo dicho y lo escrito. En total, algo como 4000 páginas de su pensamiento.

Que un político de nuestros días se dedique también a lo conceptos y al saber racional, no lo creo. No imagino al señor Acuña redactando páginas filosóficas. Lo que estoy diciendo es que lo del amigo, viene de un enlace generacional de Alan García con otros políticos que también fueron prolíficos, por ejemplo, Henry Pease, de Izquierda Unida. Estoy diciendo también, que de los 70 al 90, hubo un manantial de obras: los días de Julio Cotler, Matos Mar, Fernando Fuenzalida, Macera, Gonzalo Portocarrero, Webb, Nicolás Lynch, Mirko Lauer, Sobrevilla, Plaza, Degregori, Alberto Flores Galindo. Ahora bien, de esa generación de pensadores, anteriores al internet, pertenece Alan García. Los había leído. ¿Cómo lo sé? Porque la biblioteca personal de Alan García está en este momento, bien guardada, en el local del Instituto de Gobierno y Gestión Pública, hasta que se ubique en los lugares que indicó Alan antes de partir. Será una sorpresa. Alan lector, probablemente subrayaba frases y párrafos. Otra sorpresa van a ser sus Memorias, que están por salir.

Sin embargo, hubo un silencio total en los que a ratos llamo la «intelligentsia». Es la categoría que usamos los sociólogos para aquellos que les interesa el saber y a la vez las metamorfosis del poder. Lamentable silencio. Hubo en sus libros algo más que la hermenéutica proaprista, recuerdos de su maestro, Víctor Raúl Haya de la Torre. García lee el Perú y el mundo desde las novedades —algunas muy peligrosas— de este siglo, el XXI. No hay sitio para un estudio a fondo, por ahora me contento con decir que Modernid@d y polític@ ya es un llamado a situarnos en las ventajas y retos de nuestro tiempo. Más allá de las izquierdas arqueológicas y las derechas Bolsonaro, su segundo gobierno, después de los errores o el excesivo entusiasmo del primero, mezcla una política liberal de mercado con políticas sociales. Y el resultado fue —da pena tener que repetirlo— entre 4 o 6 millones de peruanos que salieron de la pobreza extrema. ¿Y eso no fue un acierto?

Alan estaba dos pasos adelante de la clase política. En nuestros días sabemos que el neoliberalismo todo mercado no salva por sus propias fuerzas, a una sociedad. Al lado de la economía hay otros espacios de poder. Ni tampoco el proyecto chavista de Estado total en manos de unos cuantos. En sus actos, en sus discursos, en sus libros, estaba en Alan esa idea de combinar liberalismo con tareas sociales. Que es lo que hacen Macron en Francia, los socialistas españoles, media Europa.

Del Alan que hablo, es el que estudió en París con los mismos profesores que tuve. De ahí su lado cosmopolita, su curiosidad por lo que es la China post Mao. Para entender esa enorme sociedad, Alan trabaja sobre dos rieles. El primero, las ideas centrales de Confucio, «el poder tiene obligaciones ante el cosmos y obligaciones ante la sociedad»; «La ética confuciana no conduce a evitar la sospecha sino a la lealtad y la reciprocidad». Alan se detiene en los efectos de Confucio en filósofos occidentales, como Nietzsche, Schopenhauer, Heidegger. Por otra parte, el Alan estadista, nos dice: «Asociarse al crecimiento chino de los próximos decenios en el papel de aliados, sin abandonar lo esencial de nuestra cultura libertaria y sus valores» (p. 177). Le fascinó la China: «No debemos olvidar que las proyecciones de los organismos internacionales coinciden que China será, en el año 2030, junto al Asia, un bloque cuya producción se acerca al 50% del producto mundial». Piensa en que podemos «tener bloques como el de la Alianza del Pacífico que integra a Perú, Chile, Colombia y México». Y el Alan político: «El Estado debe ser firme para impulsar el crecimiento, pero no convertirse en un Estado empresarial por cuanto, en el mundo, hay recursos de inversión suficientes  para cumplir en mayor velocidad y menor costo los objetivos de la producción y el empleo. Con lo cual se supera el error histórico de sociedades que trabajan para mantener los Estados que, a su vez, endeudan a las sociedades para subsistir». O sea Venezuela, por ejemplo. Lo digo por temor, no miedo, de lo que se instale en el 2021.

En suma, perdimos un alma y una cabeza. Para ese doble rol, no hay reemplazo alguno. Un crimen contra el político intelectual. Una suerte de especie en extinción. Confieso que estaba a punto de verlo, antes de ese 17 de abril. Quería que me ampliara una frase enigmática.  Pues bien, las páginas de Alan sobre el alto funcionario que fue Confucio, sus valores: la lealtad, la reciprocidad. Y hablando de sistemas de gobernabilidad recuerda a Robert Dahl, que sostiene que la política no es solo la representación nacional sino «todas las instituciones sociales en su aspecto político» (Ver página 182). ¿Qué había visto Alan en China en la relación entre el poder, las comunidades y la sociedad civil? En China hay 80 millones de miembros del partido. Y 800 mil villorrios, y en ellos, lo que los occidentales llaman «espacios democráticos». ¿Qué hará China? Conviene saberlo, acaso combinaciones del poder que ni imaginamos.

Pensé siempre que Alan podía inspirar una solución republicana a nuestro conflicto de sociedad sin políticos y políticos sin sociedad, y que para eso, no necesitaba ser otra vez Presidente. En países más civilizados que el nuestro, como en México, los expresidentes forman parte de un Consejo de Estado. ¿Cuál era ese proyecto institucional-societario de Alan? Nunca lo sabremos, se lo llevó consigo, a la tumba. Aquello hubiera sido una reforma del Estado y no el mamarracho que se discutió en el extinto Congreso y que además, ¡lo aprobaron! Igual los disolvieron.

Publicado en Caretas n° 2612, 17 de octubre de 2019, pp. 40-41 y 59.


Alan: más allá de la política, la escritura

HUGO NEIRA - DIC• 15•19

Nada es más difícil que una Memoria. Este es el criterio que se tiene para los textos en inglés, francés, italiano y castellano. Es un género, tanto como una novela, la poesía o los libros de filosofía o ciencias sociales. No hay premio Nobel, como tampoco lo hay para otras disciplinas. Y los que la practicaron, son los mejores. Así, cuando comencé a leer las Metamemorias de Alan García, me preguntaba si se inspiraba en autores célebres, en particular en autores franceses —durante el exilio—, y en efecto, cita a Chateaubriand, sus Memorias de ultratumba. Alan fue leal a Haya de la Torre, como a sus amigos a los que menciona, y a gente que le ayudó a ser lo que llegó a ser, tal como su maestro Bourricaud, modesto presidente de la Sociedad Mundial de Sociología, del que fue aprovechado alumno. Lo que quiero decir es que Alan escribe algo que es obra canónica, algo más que una autobiografía.

Dice Alan: «para mí, los temas originales fueron la emoción social de Celia, Carlos (el padre ausente) y la historia trascendental de Víctor Raúl». Celia, la abuela, que nace en el Cusco, o Manuel Seoane, y Carlos, «el deber». Y Chile de los exilios, y entonces, sus amigos fantasmales y a la vez conocidos, los personajes que conoce porque los había leído: Polibio, 200 a.C. O Confucio. Y lo que había vivido, el Frente Democrático. François Mitterrand, Perón, «mi Barranco», y entonces, incluye paisajes peruanos. Es curioso, como Riva-Agüero en la Pampa de la Quinua o Arguedas y Porras en su visitas al Cusco, lo que llama Alan el «comarquismo», lo toma del vocablo del cronista Sarmiento de Gamboa. O sea, ¡también leyó a los cronistas! Y además Alan, «la dialéctica espacial del Perú», o sea Chavín, Moche, el país «arrugado» de John Murra.

En el libro que comento de Alan, hay emocionalidad y hay orden. Desde el capítulo IV, «Víctor Raúl: la Historia», el Perú de 1977, el «ego colosal» refiriéndose a los profesores como Althusser en París. Sí pues, era un pedante, y quiso reducir a Marx a un nuevo positivismo. Estaba muy mal de la cabeza, terminó estrangulando a su esposa que era comunista. (No sé si eso fue un acto fallido, lo preguntaré a Max Hernández.) Luego viene «El primer gobierno aprista», obviamente, es un capítulo largo, de la página 199 a 273. Luego, el «Después de 1990», «La Vuelta», cap. VIII. Y «El segundo gobierno aprista». El X° capítulo, «2011. Los Humala en el poder». Y luego el «Gran error. 2016».

Las Memorias tienen sus reglas. Me preocupa que los que lo han comentado no siempre dan una definición de ese género. En el mundo universitario, hay un «pacto autobiográfico» sobre lo que es Memorias. Lejeune: «un relato retrospectivo en prosa que una persona real hace de su propia existencia». Hay, pues, personaje y narrador. Me parece que Alan al género, lo había estudiado. ¿Cómo comienza Stendhal su libro? «Me encuentro esta mañana, 16 de octubre de 1832, en Roma, bajo un sol resplandeciente». Nabokov: «Estoy al borde de abismo». Chateaubriand: «Hace cuatro años que vivo en medio de árboles». ¿Y qué dice Alan García, desde la primera línea? «2018. Con el sol invernal en la cara, camino por la calle Princesa de Madrid…» Literatura, situaciones, ideas y emociones. ¿Y le siguen negando que era un escritor y no solo un político? Agotados los primeros 10 mil ejemplares, que contesten sus lectores.

El autor es Director del Instituto de Gobierno y Gestión Pública de la USMP

Publicado en Caretas n° 2620 del 12 de diciembre de 2019, pp. 62-63.


Alan o el aprismo del siglo veintiuno

HUGO NEIRA - DIC• 12•21

Desde esa cúspide del pensar peruano sobre el destino de la nación y el pueblo que es Villa Mercedes, la casa de Haya de la Torre y su biblioteca, me piden estas líneas sobre Alan García. Lo hace el amigo Bendezú, que es el alma y motor de esa institución. Nada más facil y a la vez tan difícil como esta tarea. Al mismo tiempo, ¡qué problemática inmensa! Alan García es parte de la historia contemporánea y a la vez, por su trayectoria, sus dos gobiernos, sus libros, el ejemplo espartano de preferir el averno, el inframundo a la humillación. Entiendo la necesidad y la urgencia de hablar de quien ya no está con nosotros, porque en el Perú no mata la muerte sino el silencio.   

Es de mañana cuando escribo estas líneas. Desde uno de esos edificios clasemedieros que trepan cerros y contrafuertes geológicos, veo a Lima envuelta en la levedad de sus neblinas y de su vida política. ¿Es que sabemos hacia dónde vamos? Por mi parte, me parece mentira estar escribiendo esta nota, tras la muerte de Alan García. Por razones generacionales —le llevaba varios años—, pensé que era yo el que podía partir primero. Pensé en todo menos en lo que ha ocurrido. Fue víctima de una solapada contienda que bajo el pretexto de la lucha contra la corrupción, elimina los posibles rivales presidenciales. En su caso, el zaharimiento de una megacomisión durante cinco años del gobierno de Ollanta Humala —o mejor dicho, de Nadine Heredia—, por lo visto, no fue suficiente. Alan García ha sufrido, esta vez, el peor de los exilios. El sarcasmo de sufrirlo en su propio país. Y uno se pregunta si todo esto no es sino la reduplicación de las  persecuciones de los años treinta y cuarenta. 

Debo pasar a otro ámbito, el presente. La coacción dramática de capturar a sus rivales en la madrugada y en su casa, el brazo secular, no va a poder alcanzar a callar otra métrica, otra cadencia que es la de las ideas. La prepotencia tiene un límite donde se inicia la gaya ciencia. Y en ese jardín, se instala lo potencial, lo virtuoso, lo que no muere. Hace siglos, San Agustín se reía de los bárbaros que tomaban militarmente Roma, pensando que así acababan con los cristianos. Se reía porque la Iglesia no era un casino o un chalet, ni un cuartel. Era un grupo de gente, poco o numeroso. Gente con un itinerario, un recorrido, una travesía. En el Perú, cada político, si lo es, es una suerte de ingeniero de caminos, o lo que se llama un baquiano.  

La vida y las ideas de Alan trasladan un candil de un siglo a otro. Discípulo de Haya de la Torre, su capacidad y el destino, lo llevan a Palacio. Cosa que el maestro no alcanza a vivir, aunque cuenta mucho el Presidente de la Constituyente de 1979. Entonces, se recuperaba para la ley, algunas de las grandes reformas iniciadas en los 70. Pero nuestra sociedad, cuando se libra de alguna carga o un yugo, el latifundismo por ejemplo, inventa otros. La carencia de nuestros días ya no es del todo la pobreza sino la incompleta formación personal de millones de peruanos. Ha habido algo perverso que destruyó los colegios públicos, y eso no fue casualidad. Pienso, pues, en el político y estadista que fue Alan, entre dos siglos, dos sociedades, dos tiempos. Y creo que pensó en otros cauces. Y como todo aquel que innova, unos lo entendieron. Otros no.

Un partido es un censo perpetuo. Es también unos celos interminables. Ninguna organización humana, desde la tribu a un imperio, escapa a esos conflictos. Por lo general, internos, intestinales. En los asuntos del partido aprista tengo como regla no intervenir. Pero no cultivo la excentricidad de dejar de reconocer su importancia. La historia del aprismo es también la historia del Perú si se toma en cuenta la lucha a la vez por la justicia social y la democracia. Como sabemos, no van necesariamente juntas. El Perú ha cambiado en el siglo XX desde sus tiranos y autócratas, Leguía, Odría, y sin duda el velascato, por las razones que sabemos. Una vieja oligarquía e incluso las élites económicas de tipo industrial y banquero, no han dejado de capturar el Estado y evitar grandes reformas. Seamos breves y sinceros, el establishment político peruano, desde 1931 hasta nuestros días, controló la formulación de las políticas, aunque de vez en cuando algo llegó a remecerlo.

Ahora bien, es cierto que en su primer gobierno, confía en la fuerza de un capitalismo de Estado, lo cual era corriente. Lo practicaba también en Chile un presidente socialista, Salvador Allende. Una teoría de la CEPAL, la salida de la dependencia por la capacidad del Estado y no el mercado, y claro está, no tuvo el éxito esperado. Por lo demás, en ese periodo, el terrorismo de Sendero interviene, agravando las dificultades. Sin embargo, el segundo gobierno de Alan García fue una lección de cómo se podía coordinar la economía liberal y la corrección concreta de las grandes iniquidades que atormentan a los pobres y a los marginales. Pero ese éxito se lo niegan. Lo catalogan como capitalismo neoliberal. Cicatera izquierda, que entierra todo lo que no sea su propio mérito. El tono es despectivo. «Desarrollo, democracia y otras fantasías» (Perú Hoy n°17, DESCO, 2010).

En realidad, faltan a la verdad. No toman en cuenta los 6 millones de no pobres que emergen en su gobierno. Había hallado una fórmula para el progreso, el mercado y el Estado. Eso fue el segundo gobierno. Del 2006 al 2011, «en promedio, el PBI creció durante los cinco años en 7,2%, y su gobierno deja unas reservas internacionales netas por US $ 47,059 millones. «Gracias a un apropiado manejo de la economía», dice el Banco Central. Fue un sistema lo más próximo de lo que nos es posible, de las naciones socialdemócratas de Europa, aunque no tengamos los recursos industriales ni las clases medias profesionales y con ética para ese tipo de poder político. No duró mucho.

Para continuar, no necesitamos detenernos en los catastróficos gobiernos del 2011 hasta nuestros días. Acaso, sus consecuencias. Hoy, la sociedad que tenemos, es cada vez más atomizada. Hoy, la realidad es grandes y arrogantes corporaciones, Estado frágil, «demócratas precarios» (Dargent). Nos rodean males sociales, un pantano sofisticado de movimientos políticos que terminan en el escándalo, signos diversos de descomposición. Alan García conocía la izquierda, pero era la del siglo XX. Hoy es otra cosa. Para entenderla, es preciso la espeleología. Pasemos a cosas más serias.

Los libros que nos ha dejado Alan García, son una salida hacia un siglo XXI, si queremos lucidez. Vivimos otro tiempo. Cambios climáticos, un mundo sin hegemonía de ninguna gran potencia, contiendas y equilibrios entre los Estados Unidos, Rusia, China, la Unión Europea. El derecho internacional por los suelos. De lo contrario, Maduro ya no gobernaría. Nuestra sociedad también se ha transformado. Prácticamente no hay analfabetos. Y sin embargo, cada vez más se lee menos. Por lo demás, la vida peruana transcurre en la costa, ya no en las grandes cuencas de la sierra. Somos una sociedad urbana, lo rural es poquísimo. El nuevo contexto es no solo social y económico sino cultural. La técnica y las comunicaciones son decisivas. La sociedad es hipermediática. Y todo esto prepara a otro tipo de cultura política.  

Acaso por ello, Alan García anticipa desde el 2003, el nexo entre globalización y la justicia social. Es sencillo, pero no todo el mundo piensa así. La globalización es un hecho, guste o no. La justicia social no solo el ideal, el pragmatismo de la política es resolver los problemas. Hay una palabra clave en esa obra, la modernidad. Escribe:  «debe ser la bandera de la Política de la Juventud». Trae a colación por capítulo «la información y la genética, las relaciones sociales interactivas, el globalismo, una nueva acción y pensamientos políticos». En ese libro estudia los grandes cambios desde 1930, hasta la informalidad, la nueva composición de la clase media. En otro libro, razona y explica a Confucio, y no me parece un estudio algo exótico y lejano. Lo estudia porque ha encontrado una lógica y una ética. Y así lo dice en la página 46, «la tesis de este libro es un enfoque culturalista, según el cual con la adopción de ciertas ideas o valores, se orientaría la realidad». A lo que quiere llegar, es lo que llama «la personalidad básica» de nuestro país. Él encarnó ese modo de ser de nuestros mejores pensadores y políticos, no dejar el saber al ocuparse del poder. Todo eso debe correr hasta alcanzar no solo una manera de entender el Perú y Latinoamérica, sino «una concepción del mundo». La tarea de apristas y no apristas es eso, para el siglo XXI. La intelligentsia que libera. Esa herencia es lo que nos deja. Sus libros, su lección. Morir, si es posible, para que no triunfe la bestia.  (HN, julio de 2019)

Publicado en la revista Indoamérica n°2 , Set-Dic de 2021, Editora Matices EIRL, pp. 13-14-15.


Alan García: “Entre las ideas, la existencia y la acción política” (*)

HUGO NEIRA - ABR• 18•22

Cuando preparo esta columna, es un día domingo de Pascua 17 de abril y fecha aniversario del suicidio de Alan García, hace de ello tres años. ¡Qué falta le hace al Perú! ¡A la política! En homenaje, reproduzco la biografía que me pidió el equipo de Juan Pablo de la Guerra, de la actual Gerencia de Educación y Deportes de la Municipalidad de Lima, Rafael de la Piedra y Renata Teodori, para la bella publicación de Presidentes y Gobernantes del Perú Republicano que la alcaldía preparó en ocasión del Bicentenario. Volveré pronto sobre Alan García en este portal.

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Alan García: “Entre las ideas, la existencia y la acción política”

El concepto de biografía, según la academia, proviene de dos vocablos griegos, bios o sea, vida, y graphein, escritura. Pero a un año de su partida, no podemos eludir la palabra muerte. En este libro sobre presidentes y gobernantes (*), en nuestra historia, varios fueron asesinados: Balta, Manuel Pardo, Sánchez Cerro. Pero no con el adiós doliente del suicidio. Sin embargo, a alguien que no era un político, igual lo hirieron tanto que no tuvo otro camino que partir, me refiero a José María Arguedas. Por lo demás, Alan Gabriel Ludwig García Pérez explica su vida en su obra póstuma Metamemorias, (2019). Alan García, entre las ideas, la existencia y la acción política. Un legado múltiple, acaso heredado de Haya de Torre, su maestro.

Ahora bien, una vida intensa que se autoafirma en discursos (gran orador) y libros, campañas y desempeños, y, para intentar resumirla, hay que tomar en cuenta que tuvo dos gobiernos: 1985-1990 y 2006-2011. Fernando Belaúnde también gobierna en dos ocasiones. Pero es preferible comparar a García con Leguía y Manuel Prado. Tienen en común que, de un gobierno al otro, estos tres presidentes tuvieron cambios enormes. ¿La presión de las circunstancias? Enigma de la vida política.

Se me pide en el proyecto, el “desempeño” y, a la vez, “el legado que dejaron en su gestión gubernamental”. No es una mala idea, lo que se hizo y luego la huella histórica. En el caso de Alan García, la gran cuestión suya era si habría un aprismo en el siglo XXI. García publica unos 18 libros, y entre ellos, El futuro diferente (1982), Modernidad y política en el siglo XXI. Globalización y justicia social (2003). Y en el 2013, Confucio y la globalización. La preferencia por ese pensador, un maestro, un letrado portador de una racionalidad que, con el tiempo, crece, se vuelve escuela de normas y serán el fundamento secular de la humanidad china. El libro sobre Confucio de Alan García lo han traducido en China. Conviene que diga esto en esta página. A García, mezquinamente, sus adversarios no le reconocieron lo que también era, un intelectual, un pensador, no solo a la cabeza de muchedumbres y masas como otros políticos peruanos.

Debo ocuparme ahora de su desempeño presidencial. Y para eso nada mejor que las cifras. Acudo al artículo de Carlos Adrianzén, “Reflexiones sobre la gestión de Alan García Pérez” (2019), que nos pone frente a siete cuadros. Nos limitaremos a algunos. Primera cifra, el PBI entre el 2007 y el 2011, la media entre 5% y 6%, por encima de los regímenes anteriores. La segunda, la tasa anual de inversiones, siempre de 2007 a 2011, un 14%. La tercera, lo dice el propio Adrianzén (2019) que, por supuesto, no es aprista, “el régimen de Alan García ocupa el primer lugar en el ritmo de crecimiento del consumo privado” (párr. 17). Un 6%. 

Por último, cómo disminuye en su gobierno la pobreza, y esta vez son curvas y cuadros del INEI (Instituto Nacional de Estadística e Informática): “en el período 2006-2011, la pobreza decreció en 21,4 puntos porcentuales, al pasar de 49,2% a 27,8%”. Una disminución significativa que expresa, de paso, la ampliación de las nuevas clases medias. Un fenómeno que no se ha vuelto a repetir. Un dato decisivo para avalar una gobernabilidad, pero por la incapacidad de sus adversarios de reconocerle alguna virtud, ese segundo gobierno se niega, o de ello no se habla.

No hay duda, hay una diferencia enorme con su primer gobierno. Y no la vamos a ocultar. En los ochenta, hubo un Alan García del pasaje del sol al inti, y una inflación tal que el FMI nos declara “inelegibles”. Seamos francos, fue una hiperinflación. Los peruanos no lo han olvidado: comienza en septiembre de 1988 con una tasa mensual del 1722% y termina en 7694%, cuando deja el poder. 

Nadie olvida ese momento: 5 millones de intis, en 1991, equivalían a 5 nuevos soles. Se entiende el shock económico de Alberto Fujimori apenas inicia su gobierno. ¿Qué pasó con el joven presidente? Acaso el romanticismo del Bildung —concepto weberiano— cuando emerge su “segundo ego” de revolucionario aprista. Fue un período difícil, se había iniciado la guerra de Sendero Luminoso contra el Perú.

Hubo una metamorfosis. Y para esta mínima biografía, conviene asomarse a lo que pasa en el alma de AGP. Aquello ocurre tras un intervalo prolongado, de 1990 a 2006. Perseguido por Fujimori, Alan parte al exilio. Se instala en Francia, vive en la Rue de la Tour, y continúa lo que siempre hizo, estudiar. Ya lo había hecho, en la Complutense de Madrid, cursos de doctorado en derecho en 1972 y 1974, y, en París, en la Universidad Panthéon-Sorbonne, una licencia en sociología de 1974 a 1977. Esta vez, bajo la tutoría de François Bourricaud, partidario de una mirada plural sobre las sociedades. Su itinerario fue una permanente formación intelectual: colegio nacional José María Eguren en su adolescencia, pregrado en la Pontificia Universidad Católica del Perú, y en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, un título en leyes en 1971. 

Los padres de Alan coinciden con las capas sociales inclinadas al aprismo, esas capas de los años treinta al cincuenta, de pocos ingresos, empleados privados o públicos, obreros urbanos, maestros de escuela. Pero muy cultos. La madre, maestra. El padre, gran organizador, Secretario General del aprismo, en prisión en gran parte de su vida. Y Alan García recibe en Perú un legado singular, la enseñanza de Haya de la Torre, que implicaba una vasta transmisión de experiencias y lecturas de la filosofía y la historia, no sólo del Perú sino de la cultura occidental. Y en esos años de exilio, el presidente Mitterrand le pide a un brillante profesor, Alain Rouquié, socialista, que se ocupe de Alan, acaso entristecido por la lejanía. Son cosas que los franceses no hacen siempre. De alguna manera, político y hombre apasionado por el conocimiento. 

La prueba, su biblioteca personal, hoy en la Universidad San Martín de Porres. Los libros que había leído y anotado, van de la filosofía a la historia, de la antropología a las ciencias sociales. Alan García es, pues, un político que no tenía sobre su alma el peso de un dogma. Hay que apreciar que retorna, en su exilio, a una Europa de los noventa, cuando se hunde la URSS. Cosa que no lo pudo sorprender en demasía, era un antiguo vaticinio de Haya de la Torre: la Rusia de Stalin no era ni comunista ni socialista, sino un capitalismo de Estado. 

Alan no se vuelve un liberal. De alguna manera, era un hereje. Ni laisser-faire ni Estado empresario. Su segundo gobierno fue un equilibrio entre Mercado y Estado. Y se ocupó de invertir 350 millones de dólares para acabar con el analfabetismo. Y como este documento se escribe cuando el Covid-19 nos golpea, conviene que se sepa cuántos hospitales construye: 32 culminados y entregados. Y otros 15 culminados, pero sin equipamientos.

En Lima, de nuevo presidente, puesto que no expropiaba empresas como Velasco, al contrario, llama a la inversión privada (García, 2007-2008) y la izquierda limeña lo ataca a fondo durante esos cinco años. Lo cual es paradójico, Alan García, en su segundo gobierno, mantiene lazos de amistad con el presidente Lula de Brasil, con Michèle Bachelet en Chile, con la Concertación para la Democracia. Es decir, lo que podríamos llamar una izquierda democrática. Ese segundo gobierno no fue una taza de té. Huelgas y prensa hostil, rotación de gabinetes. Y el antiaprismo como ideología. De su persona, solo se puede decir que se casa un par de veces, y cuando tiene un hijo fuera de las normas, lo reconoce. Un intelectual fornido, muy alto, en un país de gente más bien baja. Sonriente, saludable. Lo que se llama una fuerza de la naturaleza. 

Alan no solo político, sino permanente escritor. Presidentes de ese nivel no abundan. Por lo demás, fue un demócrata. Y un librepensador. Pero el Estado social y de Derecho, sin Alan, se quedó para las calendas griegas. Me hace pensar en una canción de Demis Roussos, “El Griego”, que él conocía en París: “ha partido como una nave, acaso regrese como un ave”. (HN)

1. Adrianzen, C. (22 de abril del 2019). Reflexiones sobre la gestión de Alan García Pérez. El Montonero. Recuperado de https://elmontonero.pe/columnas/reflexiones-sobre-la-gestion-de-alan-garcia-perez

2. García, A. (28 de octubre de 2007). El síndrome del perro del hortelano. El Comercio.

3. García, A. (25 de noviembre de 2007). Receta para acabar con el perro del hortelano. El Comercio.

4. García, A. (2 de marzo de 2008). El perro del hortelano contra el pobre. El Comercio.

5. García, A. (2019). Metamemorias. Lima, Perú: Editorial Planeta.

(*) Presidentes y Gobernantes del Perú Republicano, Municipalidad Metropolitana de Lima, 2020, pp. 384-387.

Publicado en El Montonero., 18 de abril de 2022

https://elmontonero.pe/columnas/alan-garcia-entre-las-ideas-la-existencia-y-la-accion-politica


Después de Alan. Pensamiento mágico y etnopolítica sureña


HUGO NEIRA- ABR• 29•19

En estos días he andando por los canales de televisión. Dije que estaba conmovido y apenado por la pérdida de un amigo a quien echaremos de menos. Dije que se había perdido no solo un líder para su partido sino para la nación. En ese terreno, firmo y confirmo.

Sin embargo, la vanagloria de salir en las pantallas de la televisión no es precisamente mi taza de té. Prefiero la pluma y acaso, conversar. Pero tampoco es que me sienta incómodo. No sufro de agorafobia, es decir, el temor a hablar en público. Perdone el amable lector, si explico la agorafobia es debido al lamentable estado de la «comprensión lectora», hasta las patas en nuestro país. Me llama para RPP Raúl Vargas y para ‘Contacto N’, Mijael Garrido-Lecca. Al parecer, la cosa salió bien, sencillamente conversamos. Con Raúl Vargas tengo una amistad de toda la vida, y si acaso no se sabe, Vargas conoce a fondo la educación pero prefirió esa pedagogía de los medios de comunicación. En cuanto a Garrido, tiene treinta años y una cultura de un hombre muy mayor y con amor a la lectura y el saber universal. En fin dije todo lo que me parecía evidente.

Dicho esto, veamos lo que sigue. En primer lugar, es permanente el fastidio y el dolor del pueblo ante los corruptos. Es natural puesto que en este país en que se chambea duramente y más allá de las 12 o 15 horas diarias, y que millones de peruanos  (un 96%) trabajan en Pymes por lo general informales y tienen ganancias mínimas, es natural la ira y el rencor ante buena parte de expresidentes enriquecidos en los últimos 18 años. El ambiente de este tiempo me hace pensar en César Vallejo:

La cólera del pobre

tiene un fuego central contra dos cráteres.

¿Cuáles son esos dos cráteres? Por una parte, un debate con pros y contras. El gesto trágico de Alan García ha provocado páginas enteras en el curso de las últimas semanas. Hubo de todo, y no estoy diciendo que concuerde con la enorme producción de crónicas y puntos de vista, sino que se tomó el tema como algo real. Un hecho concreto, un «suceso lamentable»; la descripción del suicidio, «su última apelación», «el Apra llora a Alan García», «consternación entre los distintos líderes políticos», es decir, los ex rivales, desde César Acuña a Keiko Fujimori, y las opiniones de Daniel Salaverry y Mercedes Araoz. Sin embargo, algo me asombra. Nada de esto ha convencido a una gran parte de la sociedad peruana. Resulta ahora que la tendencia es que Alan García está vivo (¡!). No se repite el México revolucionario, a la muerte de Emiliano Zapata, por décadas y por afecto, los campesinos lo veían a caballo por las sierras sureñas. A Alan lo creen escondido en algún lugar del planeta. ¿Lo quieren vivo para seguir odiándolo? Varios choferes me han preguntado por qué lo han cremado. Está claro, hay una plebe que necesita de un chivo expiatorio. Un culpable. Es curioso. Alan no mató a nadie. Abimael Guzmán, cuyas huestes mataron a apristas, a izquierdistas, y a más campesinos que Pizarro cuando la Conquista, ¿ningún reproche? Lo que veo es una reacción popular absolutamente desconcertante. La llamo «pensamiento mágico».

La lucha contra la plaga de la corrupción tomará décadas, acaso nuestro siglo XXI. Es un combate, tiene que hacerse con el arma de la razón, no de la pasión. Lo cual lleva a otros terrenos, cuando el nacimiento de autoritarismos evita las leyes para que reine la sanción. De eso no se habla en Lima pero sí en los diarios del mundo externo. «La presunción de inocencia, es una distinción crucial entre el Estado de derecho y la inquisición». Lo dije hace semanas. Ahora coincide The Economist de Londres.

Volviendo a lo de la tele, no hice sino decir las cosas como si estuviera conversando en un café. Contaré, pues, brevemente, un episodio de mi juventud. Eran los años de Velasco. Sí, una dictadura, pero la única manera para acabar con el latifundio, el ni siquiera un feudalismo. Y entonces, Delgado Parker, titán de la televisión en ese momento, propone algunos espacios de gente no velasquistas y Velasco acepta a condición de que me dieran un espacio también a mí, para que hablara. Así, tras las primeras sesiones, una amiga mía, a la que siempre admiré y escribí sobre ella —Chabuca Granda, sí, Chabuca—, se pone el sombrero, coge guantes y cartera, y se va al canal. Y me llama para decirme tres cosas que no olvidaré jamás. «Hijito, mira, eres inteligente, pero eso no basta. Tienes que pensar que miles de ojos y orejas te están mirando. Entonces, primero no mientas jamás. Dos, sé sincero y sé sencillo. Y por último, no te olvides, hijito, que no estás en un mitin. O sea, eres un invitado. A nadie le gusta que le vengan a gritar en su propia casa». Esos consejos no los olvidé nunca.

El «pensamiento mágico» es grave en esta hora crucial del alma peruana. No se razona¡! Y vienen tiempos oscuros. Y pienso en el Sur. Hay una tesis universitaria, Cultura y política en Puno: el dispositivo de la identidad etnocultural, de Eland Dick Vera Vera. No lo conozco, pero buena tesis. De hecho, ya hay partidos locales con nombres quechua y aymara. No les interesa el país global sino su colectividad. Y en Lima, no se oye padre. El enclenque Estado central, juega con fuego al mover sentimientos y pasiones con el aparato mediático que usufructa. No saben argumentar. Emocionalizan. Todo esto puede acabar mal, muy mal. Y Alan se llevó consigo el enigma de entender la sociedad peruana y a los peruanos mismos.

Publicado en El Montonero., 29 de abril de 2019

https://elmontonero.pe/columnas/despues-de-alan



Alan García, 16/04/2019. 

Profecía y coronación: la última clase (1/2)

HUGO NEIRA - MAY• 21•19

Consideración previa

La presente crónica recupera para el gran público la última clase de Alan García. La fuente es la grabación de esa clase suya en el Instituto de Gobierno y Gestión Pública ante sus alumnos. Es un tanto larga, pero la hemos abreviado guardando los párrafos decisivos. 

Pocas veces se tiene a un profesor que ha sido dos veces Presidente y además culto, amante de la historia peruana, y como apreciará el lector, un profesor que pasa serenamente de los hechos históricos a la teoría. Este es un documento excepcional. En diversos pasajes, desfilan los presidentes del siglo XIX, la Guerra del Pacífico, Nicolás de Piérola, Manuel Prado, sus éxitos y también sus errores.

 Todo ello, con afabilidad y una familiaridad que no puede tener un historiador sino alguien que también ha sido Presidente y conoce lo difícil es que llegar en el Perú al poder, y mantenerse en él. Los alumnos que escucharon esa clase no la olvidarán jamás. Porque en ella, además del talento de Alan García, su buen humor y bonhomía, hay alguien más en esa sala de lecciones de la Universidad San Martín de Porres. 

Y ese algo es el drama de la historia peruana y la presencia de la muerte. Frases como «en la vida hay que escoger un momento para morir», son referencias inesperadas al ángel de la muerte. Cuenta que «va mucho al cementerio», para irse acostumbrando (¡!) Sus alumnos se quedaron intrigados por esas confesiones, pero ahora ya lo sabemos, era un adiós. Hemos dejado esas líneas en negrita, para que el lector no pierda de vista los signos y señales de algo decisivo.

Se seguirá diciendo sandeces por el suicidio de Alan García. Pero tarde o temprano, se darán cuenta los peruanos que fue una inmolación. Y si en el Perú hubiese hombres capaces de respeto por su dignidad personal, al punto de negarse a que los saquen de su casa con las marrocas en las manos, entonces seríamos una Esparta andina. Y no el país amorfo de estos días. 

Que el lector disfrute. La lección final de un guerrero que amó el Perú y a los peruanos y les dedicó, fueran lo que fuesen sus defectos, la vida entera y también cómo se muere, para que acabe el Morro de iniquidades de estos años sombríos. (HN)

                                                          —–

La clase comienza cuando Alan García les dice que va explicar en teoría qué es un sistema y luego pasa a la historia, a la fuga de Prado en plena guerra. «Vieron el sistema político, el sistema social, y ahora el sistema a secas, la caja negra de Easton». Les explica los inputs, «la forma de moderarlos». Y luego una delicia de narración de la historia: cuenta cómo Prado abandonó el poder y las consecuencias.

Habla el Pr Alan García

«El Perú se quedó sin mando cuando los chilenos lo invadieron, un Piérola oportunista aceptó ejercerlo», y cuenta cómo era, qué hizo. «Desembarcaron en Paracas y en Lurín (…) Prado entró en un desánimo atroz, se fue, es su culpa enorme siendo Jefe de Estado. El vicepresidente era el Gl La Puerta, que tenía el defecto de ser cojo (…) ¡No al cojo La Puerta! Tuvieron los civilistas que designar alguien (…) Nadie quiso aceptar. Esa noche, nadie quería la presidencia del Perú, ahora se mueren y siempre se han muerto por querer ser presidente… Entraron 24 mil hombres, y no tenemos ni una pistola para hacerles frente, el que se haga cargo va a ser el culpable». 

Y mientras discutían los civilistas, «Piérola con 20 hombres se metió a Palacio, en la caja negra, se declaró Director Supremo de la Guerra. Aprobamos que haya entrado Piérola: que se hunda él (…) Gobernó durante un año desorganizando todo, era tan inteligente como desorganizado y pasional. Si usted le caía mal, lo destruiría. Porque Piérola era así, básicamente porque era de ese tamañito, 1,62 m, le tenía cólera a todo el mundo. (A mí me hubiera odiado, como algún periodista. Odiado, ¡soy el diablo!) Entonces, no tenía idea militar, pobrecito. 

No es su culpa pero ¿para qué te haces cargo de un país en guerra si no tienes idea? A él se le metió en la cabeza, por ejemplo, que los chilenos iban a desembarcar en Ancón —él llegó a esa conclusión en su escritorio— y van a atacar Lima por el norte». (…) «Y se llevó los mejores cañones a la punta del cerro. (…) «Nunca vinieron por ahí, tuvieron luego que volar los cañones para que los chilenos no se los lleven (…)  

Luego cometió el segundo error atroz [su estrategia de defensa, y les explica, con un croquis, las dos líneas, desde el Morro hasta la pampa de San Juan, y la otra, en Miraflores, hasta el fondo Vásquez] (…) Ya saben que los chilenos han desembarcado en Paracas y Lurín (… ) Es para matarlo al chiquito, ja… Dos líneas, ¡absurdo! (…) Defienden a medias (…) La batalla de San Juan en Chorillos es una batalla heroica, es la más bella, la más social, la más importante que ha tenido la historia del Perú. (…) Hubieron [en la primera línea] 8-10 mil hombres, organizados, pero no eran del ejército, el Ejército estaba en Arequipa.  

Eran los sastres, los magistrados, los bomberos, los estudiantes (…) Mi bisabuelo estuvo aquí, Francisco Ronceros Pagador, (…) junto al ministro de Guerra, Miguel Iglesias. (…) Cómo se le ocurrió dividir a su fuerza social…  La batalla de Miraflores se llama ‘la gran cabalgata hacia Lima’. (…) Los chilenos, no son tontos pues, son más militares que nosotros, son formados por los alemanes pues, no por los franceses, para desfilar, como aquí, (…) y dijeron vamos a atacar por acá, y a las 5 de la mañana del día 13 de enero de 1881, atacaron, y la gente de Cáceres se desbandó. Era la hora negra de Alejandro Avelino Cáceres. (…) 

Retrocedió, se fue a Miraflores. En cambio Miguel Iglesias, ministro de Guerra, coronel, perdió a sus dos hijos en las faldas del cerro y resistió hasta la una de la tarde, (…) herido con dos balazos. ¿Por qué no volvieron las fuerzas a apoyarlo? De allí nace la leyenda de Cáceres (…), le dijo a Piérola: ‘están borrachos, vamos a atacarlos ahora’. Eso se contaba en los libros de Historia. (…) Los peruanos incendiaron Chorillos, unas 200 casas, nada más, tampoco quemaron Roma. Y los chilenos, no son tontos, pues, tendrían 2000 hombres borrachos ahí, y 22 mil hombres armados en todas partes¡! Es la leyenda que se lanzó Cáceres para justificarse (…) 

Y el tercer pecado del Sr Piérola, (…) desde el Morro, agarró su caballo blanco, y con un edecán se bajó por Agua Dulce y subió por la bajada Balta (…), a la casa del Sr Schell, cónsul alemán, donde almorzó. (…) Tú huiste de la batalla. En la vida hay que escoger un momento para morir. Si hubiera muerto en el Morro, Grau y Bolognesi serían menos que él. (…) Abandonó la capital (…) Miren lo paradojal que es la política. Él se metió porque el Presidente huyó. Él ocupó el cargo de Presidente y también huyó… 

Después de tres meses en la sierra, el Director de la Guerra vino a Lima con el rabo entre las piernas, y fue a ver a Patricio Lynch, general,  jefe de las tropas de ocupación chilena. Y le pidió pasaportes, para salir del Perú. Y nuestro Director Supremo de la Guerra salió con pasaportes chi-le-nos, ya. Entonces, no escupas al cielo que en la cara te cae. Contra Prado porque ha huido pero tuviste que huir de la batalla y después del Perú… Es terrible la historia. La historia es dramática (…) Y la historia del Perú es tan triste. (…) Murieron muchos peruanos, 5000, y 2400 en el Morro, un lugar heroico».

En la explicación de la historia, Alan García introduce situaciones que conoció cuando presidente. Son acaso anécdotas pero muy significativas para entender las ambiciones de cierto tipo de empresarios y el poco respeto que le tiene a nuestro pasado histórico. El poco respeto a la patria peruana. Sigue hablando AG:

«Una vez, yo ya era presidente (…) y llego a La Herradura y veo postes, estaban haciendo una especie de andenes en el cerro. ¿Qué es esto? Me bajé… Se van a construir edificios, la firma GREMCO, de los señores Levy. Me dio tal cólera, porque yo tengo gente acá mía en la pelea, yo dije por qué no se van a construir esos señores al Muro de los Lamentos. 

Para nosotros, este es un lugar sagrado. Entonces, Decreto Supremo; eso se llama poder. Declaras intangible el conjunto del Morro Solar. Se acabó. Juicio contra el Perú en el SIAL. Lo perdieron. Y me odian. Ahí deben estar financiando sabe Dios a quién… Me odian porque dijeron que perdieron millones. 

Y eso, se los había dado un alcalde chorillano inconsciente de lo que vendía. Se lo vendió por 5 millones, el alcalde Gutiérrez Weselby, alcalde de Chorillos. (…) Lo bloqueamos. (…) Esto, el Morro, es más grande que Arica. (…) Los militares tapan esto, porque el héroe fue Miguel Iglesias. Si Iglesias muere, sería pues un héroe inmenso. ¿Pero qué ocurrió con él? Herido, los chilenos lo deportaron a Chile. Vivió en Chile un año, después de lo cual le dijeron vuélvase al Perú. 

Y se fue a Cajamarca, lejos de Lima donde estaban los chilenos, donde tenía su hacienda que se llama Montán (…) hasta ahora existe. Estuvo allí dos años, se dio cuenta de que los chilenos eran cada vez más (…), por todas partes, y no tienen traza de irse… Van a quedar 10 años. Para ser héroe, hay que tener valor. Peleando en el Morro, pero también aceptar que estamos perdidos. Hay que sacar a los chilenos, cueste lo que cueste.»

Prosigue AG. «Él hizo lo que se llama el Grito de Montán: un pronunciamiento desde su hacienda. ‘Necesitamos un gobierno que acepte la realidad, porque hasta entonces no había gobierno. (…) Bueno, ustedes ganaron la guerra, ¿con qué se van a quedar? Las salitreras de Tarapacá. 

OK, pero desocupen el resto del Perú. (…) Sé que seré odiado por eso por las generaciones venideras pero si yo no lo hago, nadie lo hará. Y los chilenos se quedarán 20 años’. Lo dice, y lo hizo. Entonces, el Ejército resucitó y dijeron ‘traición’. ¿A qué, si iba a recuperar el Perú? En su mejor momento el señor tuvo mil hombres y los chilenos eran 30 mil. 24 mil llegaron y siguieron llegando. (…) Transó un acuerdo sabiendo que lo iban a escarnecer. Después de lo cual se fue a su hacienda y murió allá. Pero los militares, se volvieron caceristas. Y maldijeron a Iglesias (porque sino tenían que reconocer su acto heroico). Y miren como es la vida. 

En este 2° gobierno, un día me fui a la cripta de los héroes, yo camino mucho en el cementerio porque al final yo voy a acabar allí, entonces miro y me voy acostumbrando. No me da miedo la muerte porque me acostumbro, tengo mi sitio, ya sé donde voy a estar y no hay problema. (…)En la cripta, uno piensa. Y después caminé por una avenida, y estaba el presidente Leguía, que yo admiro, modernizante, pateó al civilismo, lo maltrató, muy bien, después se vengaron. 

Mientras pudo, golpeó a los guaneros. Y estaba caminando, y de pronto veo Miguel Iglesias. Miguel Iglesias, ¿este es el presidente Miguel Iglesias,  el héroe de Chorillos? – Sí, está ahí. – ¿Y por qué no está adentro? (…) -Bueno, no, así lo ha decidido el Instituto de Estudios Militares y no sé qué… Ah no, le dije, yo he estudiado la historia, y conozco cada hora de la historia del Morro Solar y la defensa… Entonces, ¿qué es  poder? ¡Poder! Decreto Supremo: ‘los restos del General Miguel Iglesias serán incorporados al Panteón de los Héroes’. 

Hay que hacer justicia. Entonces, que arrugaron la nariz, que no sé qué dijeron… ¿Quién arrugó? Bueno, el jefe del Instituto, el general… Mire, mire, a ver. Poder. ‘Déjese sin efecto la resolución que nombró al Gl no sé qué …’ Una rúbrica, adiós. ¿Quién sigue? ¿Quién no quiere más? Silencio. Se cuadraron. Y todos a desfilar el día que lleve Iglesias al Panteón, listo. Poder

Pero es que hacía justicia. Y me falta hacer justicia con el pobre Leguía, que lo han maltratado mucho, pero ya no tendré oportunidad, se la daré desde el cielo; mi abrazo a Leguía.»

Como decíamos al principio, la sombra de la muerte, en este adiós.

Seguiremos con la segunda parte, la próxima semana. AG sigue con Piérola, su carisma. Qué es la caja de Easton o sea, el sistema político. Por qué las APAFAS, el «amigo Kuczynski», los campesinos de Fuerabamba, qué significado tiene para ellos el “yo he firmado” desde 1532. Y las críticas al presidente Vizcarra que no puede improvisar un discurso público sin la ayuda del teleprompter, y al que recomienda su libro, Pida la palabra. Pero entre ironía y broma, si lo entienden, «pero si no estoy, me harán el más grande favor de mi vida: presidente por 3a vez».

Sus últimas palabras. Ni sombra de rencor ni de odio. Alan García, político republicano. Vale decir para todos.  

Publicado en Café Viena, 21 de mayo de 2019


Alan García 16/04/19. La última clase, profética, y coronación (2/2)

HUGO NEIRA- MAY• 28•19

Inevitable introducción

Hace una semana, habíamos prometido al amable lector una segunda parte. Y aquí la tienen. Resulta impresionante la extensa clase de un Alan profesor, pero es lo que publicamos, línea tras línea, abreviada sin embargo, un hecho real. Una magnífica clase en que se combina sabiamente dos fuentes de conocimiento. Por una parte, lo mucho que sabía de la historia republicana, y no solo la de su circunstancia histórica sino del pasado reciente, el siglo XIX. Por otra parte, su experiencia de ser primer mandatario por dos veces, y su formación personal en Europa, lo armaban con recursos excepcionales para explicar qué es la política misma, en la pugna permanente de individuos, personas y tendencias sociales por alcanzar las riendas del poder. 

Por lo demás, AG es el producto afortunado de una doble enseñanza. Haya de la Torre, a su regreso de Europa, y ya hombre con años a cuestas, le dedica algo de su tiempo a un puñado de militantes apristas, para que aprendan a pensar y a actuar en ese mundo difícil de la política, sobre todo en el Perú, tan imprevisible como la tempestad de los océanos o los inesperados movimientos de las placas tectónicas peruanas. Entre esos jóvenes, Carlos Roca, Alan García, Alva Castro.

Pero eso no es todo. Alan reside varias veces en Francia, fue alumno y luego amigo de un francés excepcional, que venciendo la lógica y los parametros mentales del cartesianismo, logra lo que difícilmente logra un europeo, entendernos. Estoy recordando a François Bourricaud. Autor de un diccionario de sociología. Lo conocemos los peruanos por una obra, hasta entonces no superada. 

Pouvoir et société dans le Pérou contemporain (Poder y sociedad en el Perú contemporáneo). Fue a la vez un peruanista (nombre que se da a los académicos que se dedican a estudiar nuestro Perú) y no por eso, un amplio pensador. Se ocupó de entender las raíces de la oligarquía peruana de esos años, comprende el aprismo como pocos, se interesa por los cambios en la sociología misma. Se ocupó desde Tocqueville a la cultura mestiza de la América Latina. Y de una teoría de la autoridad. Bourricaud era una enciclopedia andante. Alan lo apreciaba porque, para comprendernos, se necesita una serie de virtudes, la paciencia, la lucidez del que no es siervo de dogmas. 

Y estoy seguro que, de vivir, aprobaría estas líneas sobre tan querido amigo y maestro. ¿Qué les parece? Dos grandes, Haya de la Torre y el sabio francés abierto a la novedad. Esa modernidad política que aparece en el Perú en los años treinta, ese líder que era a la vez pensador y sagaz político como lo fue Haya de la Torre. Y que se repite en uno de sus hijos espirituales, en Alan. Y el drama consiste en que no entendieron ni a uno ni al otro. El resultado, lo que dijo Haya en los años treinta: «a Palacio llega cualquiera». Y eso es lo que nos está pasando. Buenalectura. Vean la bonhomía del profesor García. 

Cómo entiende a Piérola. Cómo nuestro sistema político es una caja negra. Cómo hay regulaciones culturales, embotellamientos del sistema. Y entre teoría y teoría, anecdotas de su propia vida. Y un adiós que hemos puesto en negrita.  (HN)

                                                                     ————

Habla Alan García: «Piérola tuvo la oportunidad a los 30 años de ser ministro del Presidente Balta. (…) Echó a los consignatarios, (…) les quitó el guano, e hizo un contrato con una sola empresa internacional, que iba a darle más recursos al Estado. Por eso fue escarnecido, enjuiciado (…) Salió de eso y desde 1870 en adelante se dedicó a dar golpes de Estado. Era un golpista permanente. (…) Hasta que se metió en Palacio, vacío (…) Salió de ahí el 17 de enero de 1881. Un año y un mes de Jefe Supremo de la Guerra.

 Fue su primer gobierno. Y luego tuvo que irse del Perú (…), se convirtió en un diablo. (…) El Gl Cáceres, el héroe del momento (…) ocupó el poder. Pero después se le ocurrió poner a sus compadres, Justiniano Borgoño y después a Remigio Morales Bermudes, y después volver él. Y ya la gente comenzó a cansarse (..). Esa situación la aprovechó Piérola, con gran habilidad. Porque si a Piérola le inventaron el contrato Dreyfus (…), Cáceres, que encontró el país deshecho (…), tuvo que hacer una especie de empréstito, entregando los ferrocarriles (…) Eso fue el contrato de la Peruvian Corporation, unos ingleses que dijeron ya, te doy una cantidad y administro 99 años y me pago con la ganancia de los ferrocarriles. Gran escándalo (…) Cáceres estaba en su segundo gobierno, oportunidad que aprovechó don Nicolás para meterse otra vez a caballo, ocupar Lima con las montoneras y sustituir en el gobierno a Cáceres. 

Pero fue el militarismo reeleccionista el que le abrió un espacio. Y Piérola que era un demonio político, con un carismo extraordinario, superior al mío, en mi mejor momento de joven, (…) Piérola, en un país más elemental (…), dijo: tú me inventaste lo de Dreyfus hace muchos años, ahora yo te invento la Peruvian Corporation. (…)  Y ocupó Lima, 2000 muertos en las calles de Lima, y se quedó de presidente. Hizo un buen gobierno.Puso orden. (…) Comenzó una  etapa de crecimiento económico después de la guerra, cualquiera crece después de una guerra. (…)

Intentó ser por 3a vez candidato pero el Perú nunca quiere 3a vez, el Perú da dos. Pero él no había sido candidato la primera, no contaba, él había sido un golpista (…) Su primera elección fue el 95, elección entre 5 mil personas. (…) En los años siguientes, la derecha civilista no lo toleró. (…) Murió en 1913. (…) 

He conocido piérolistas. Cuando niño he conocido octogenarios que se decían piérolistas. Porque era un hombre eléctrico, hombre que ha tenido al final del siglo XIX y principio del XX el carisma más grande. Porque, ustedes recuerdan: en dos palabras, ¿cómo se construye el carisma? Con actos heroicos, (…) vivía dando golpes de Estado, (…) se sentía con el derecho de sublevar lo que sea.  

Y se tomó el Huáscar. (…) Y el gobierno de Prado lo declaró ‘pirata’. (…)  Dio una ley (…) para capturar al pirata. (…) Los ingleses decidieron capturar al pirata, seguramente cobrar una recompensa. Y lo ubicaron (…) en Moquegua (…) y Piérola tuvo un gesto de estos que a la población la enamoran: le puso la bandera nacional al Huáscar y comenzó a cañonearse con los ingleses. Porque dijo que era un buque peruano y que no  iba a entregar el buque peruano. Los ingleses dijeron este debe ser un loco, y se fueron. 

Y fue la victoria de Piérola. La victoria de Pacocha. Así construyó este carisma eléctrico (…) El militarismo reeleccionista lo trajo de nuevo, convertido en el héroe del momento. (…) Ustedes han visto un cuadro clásico que hay, Piérola entrando por la puerta de Cocharcas en un caballo blanco. (…) Entra en medio de los disparos, muy erguido, (…) se sentía un napoleoncito. Bueno, pero no fue mal presidente en su segunda ocasión.

Volvamos al profesor Easton y su estructura de cómo es el sistema político en el contorno. Dice que el sistema político está compuesto por una caja negra: puede ser Palacio de Gobierno, el parlamento, los partidos políticos, no sabemos. No nos interesa lo que hay dentro (…) El sistema político recibe inputs (demandas) (…) Son los grupos de presión, los partidos políticos, las demandas sociales se expresan a través de ellos (…) Ahora bien, él dice que esas demandas son reguladas, que hay filtros en el sistema político que ordenan las demandas. (…) 

Uno es por ejemplo el parlamento, otro son los sindicatos, que a los derechistas les dan mucho miedo (…) pero un sindicato es un filtro de las exigencias (…) Y cuando no hay, hay que inventar sindicatos, desde el gobierno. (…) Yo inventé sindicatos, solo que no de la fábrica. Inventé APAFAs, (…) había el SUTEP, ¿ y los padres de familia? Entonces, en cada colegio, APAFA. Para el maestro ocioso que no quiere capacitarse, le pongo al frente su gallo. (…)

Hay dos tipos de regulaciones (…) estructurales —parlamentos, sindicatos—  y culturales. (…) Y a veces el sistema político hace winding puts, (…) o sea se adelanta. Eso es lo mas difícil del mundo, hay que tener gente muy inteligente dentro de la caja, para adelantarse a los inputs que van a venir. (…)

Pero hay regulaciones culturales, es decir aparece un loco (…) y ¡Viva  Sendero Luminoso! Y lo hacen callar todos los demás. Porque ya internalizamos el valor de la paz. ¡Violencia, no! gritan. Esa es una inhibición, una regulación cultural. (…)  Regulación cultural es la interiorización de valores, actitudes, que inhiben las demandas. (…)

Bien simple y lo ven todos los días: hace usted unas encuestas y dice lo que usted quiera. «El 90% dice esto», todos los que están aquí [expresando demandas] no quieren estar en contra de lo que dice el 90%, se sienten mal, desarmados, no quiero estar en el 10%. Y comienzan a compartir este tipo de filtros culturales. 

Una encuesta es una regulación cultural. Lo hace actuar de una manera que usted no actuaría. Mi amigo Kuczynski, pobrecito, fue producto de un concepto y de una encuesta que se llama el «voto útil». Claro, ¿quién lo decía? Canal 4Canal NEl ComercioCorreo, todo el grupo Miró Quesada. El voto útil... Se le mete a la gente en la cabeza el voto útil. Y le inhiben… ¡No! ¡Cuidado! ¡Abajo la dictadura! ¡Fujimori no! Entonces, ya lo reguló culturalmente. ¿Y quién manejaba eso? Quienes estaban en la caja negra en el momento que eligieron: Cateriano, Humala, etc, con todas sus encuestadoras, pues es obvio, no. (…)

¿Por qué es importante la regulación estructural y cultural? Porque si no existieran, se producirían embotellamientos (…), sobrecarga del sistema. (…) Hay sobrecarga cuantitativa (…) y cualitativa (…). Cuando tenía 35 años, ya era presidente electo, se supone que yo había dejado mis cosas, mi máquina de escribir en mi cuartito de París, pero lo tenía un amigo. Entonces dije me voy allí (…) y estaba en el hotel (…) y de pronto apareció  una señora (…) Clorinda Málaga de Prado, eran 23 años después de la muerte del presidente que murió en París.

 Me buscaba, y esta señora formaba parte  de mis íconos de infancia. (…) Y me dijo algo importante: «Usted es muy joven (…), a usted la pasión y la emoción lo van a ganar. (…) Usted tiene que hacer como el presidente Prado (no dijo Manuel), ver las cosas con gran lejanía y con mucha serenidad. Porque en el Perú todos, los ricos y los pobres, piden todo al mismo tiempo. (…) Y usted debe tener su objetivo, escoger qué es lo que quiere hacer porque si se pone a escuchar a todos (…), ya no va a hacer nada.» 

Y se fue la señora. De hecho en mi primer gobierno, no la escuché, yo quería  hacer todo, todo, 70 hospitales al mismo tiempo… Todo. Y en el segundo gobierno (…) yo quiero bajar la anemia, construir tales cosas, bajar la pobreza, hacer crecer el país. (…) Y ese pedido, no voy a hacerlo, entonces uno escucha nomás, pero lee en los ojos de los demás ‘este no me está haciendo caso’ y dice ‘es muy presumido, soberbio’. No, no es eso, es que no puedo hacerte caso, hacerle caso a los 10 mil con que uno se encuentra. (…)

Esto, la sobrecarga, puede llevar a una crisis del sistema (…),  el goulot d’étranglement, un embotellamiento. El sistema puede crear sus filtros, por ejemplo la mesa de diálogo. (…) Y que venga la Iglesia, y los curas, con tal de figuretear ahí… (…) Han arreglado (…), le ha creado usted un filtro. Que no dude que la mitad de esos campesinos de Cochabamba, Chahuahuacho, Fuerabamba…, todavía ven con temor a los curas. Ahí está el recuerdo de Valverde, plaza de Cajamarca de 1532 «salid cristianos que yo os absuelvo». Entonces, aunque los tiempos cambien (…) se parece mucho a Pizarro esto. Por eso que el presidente Rojas de Fuerabamba salió y dijo: «yo he firmado porque me dijeron si no firmas te metemos a la cárcel». 

Se reprodujo exactamente el 15 de noviembre de 1532 en Cajamarca, soldados con armas más cura¡! Bueno, pero esto es una regulación. (…) Allí se les disuelve, los campesinos salen medio emborrachados de tanto argumento y ya! firmo,  firmo… Bien, pero van a incumplir después! Porque eso es lo que tiene que prever el sistema. Pero el sistema ganó 15 días, y puede salir el presidente esa misma noche diciendo «ya, los logros de Fuerabamba…». […]

No hay cosa peor que leer en el teleprompter. (…) Pida la palabra es un buen texto de Alan García para aprender oratoria. (Risas) ¿Ustedes no lo conocen? (…) Es bastante buen manual que al final, es lo que yo sé hacer, comunicar. El Sr Presidente no sabe comunicar, no digo que no hable pero que hable con un papel, es más auténtico. (…) Lo que está diciendo a la población es [con gestos descoordinados] no estoy diciendo lo que pienso. La gestual, los ojos, el cuerpo están hablando por uno. (…) ¡Eso es fatal para el orador! A mí me han puesto unas diez veces teleprompter, y jamás acepté, prefiero titubear en algún momento (…) es más auténtico (…) [sino] intenta hacer unos gestos que no van con la paporeta. (…) Conclusión: sale el mensaje y ha bajado tres puntos, ¡por el mensaje! Si lo ve más gente, baja más. No hagas lo que no naciste para hacer. 

Yo no puedo bailar ballet, aquí. (Risas) No nací para eso. Bueno, tú no hables, deja que hable otro —¿no has puesto a un actor?— que seguramente habla mejor. Bueno que salga el actor … Uy, uy no, yo soy el presidente, y ahí viene el problema. Ya está en competencia con el actor. (…)

Yo me acuerdo que mi vecino era el Sr Hurtado Miller en Chacarilla, era un populista, pero una gentil persona a la cual le debo la vida. Porque la noche del golpe aterricé en su casa. Después de muchas peripecias. Pero Hurtado Miller era digamos un peso pesado, sólido, fuerte, grande, que había sido Ministro de Belaunde. Después fue nombrado 1° ministro por Fujimori, porque él había estudiado en la universidad Agraria con Fujimori. (…) Frente a Fujimori, él era mucho lote. 

Yo me acuerdo que después vino a mi casa, después de dar su primer mensaje en televisión. Y me dijo ¿qué te pareció? Bien, le dije, pero ya perdiste el puesto. No, ¿por qué dices eso? Ay, hijito, le dije, tú no te puedes mostrar más inteligente, más hábil, más solvente que el dueño de la pelota que está en Palacio de Gobierno. Seis meses duró… Seis meses. Bueno, el actor, se fue a Fuerabamba, pero el dueño del circo dijo, no, no ¿por qué se va él, y yo? ¡Yo hablo esta noche! Y a la carrera hizo su mensaje. Es más o menos la historia del mensaje tal y como conozco actúan los personajes políticos, ¿no? (…)

El sistema necesita no solo inputs, sino sostén. Back-up, respaldo, apoyo. Y esos se lo inventa otra vez con las encuestas. «70% de apoyo al gobierno». La gente no quiere estar con el 30%, eso se llama homeostasis (…) Nuestro cerebro está hecho para equilibrar y apoyar nuestras decisiones. Está hecho para seguir la corriente. (…) 

La gente nunca quiere estar en contra de la mayoría. (…) Hay que ser cristiano primitivo para estar en contra de la mayoría. (…) Cuando cayó Kuczynski, una persona cerquísima a mí se iba a una reunión de empresarios, en el Country. 

El pobre Kuczynski ya estaba fuera y a los tres días hubo una reunión como de 200 empresarios y le dije, mira, lo único que te pido es que me hagas este favor, es para mi curso, y le vas  preguntando a la gente (…) si han votado por Kuczynski. Resultó que solo el 20%  de los empresarios había votado por Kuczynski, o casi nadie. Nadie quiere estar con el que perdió, nadie quiere estar contra la mayoría. Entonces invéntense una encuesta y tendrá apoyo. Inclusive hay una encuestadora que se llama Apoyo. ¿O no? (Risas) (…)

A propósito mañana tengo que ir a un juicio que me armó Datum hace tres años …(…)Lo que pasa es que por perseguir después al Sr Fujimori, a Vladimiro, se olvidaron de las encuestadoras. (…) Pero están los juicios abiertos todavía.

                                                      […]

En la próxima clase, veremos, rápidamente, las funciones políticas más desarrolladas, más aún que esto. (..) Yo sigo la politología americana porque es superior a la francesa. Yo he sido muy francés en mi formación, pero los norteamericanos, en ciencias políticas, se llevan de encuentro a todo el mundo. Son unas máquinas para modelizar. Veremos funciones políticas, y después (…) quién está en la caja negra y por qué. (…) Y podremos ver al medio, si es que no me dan preliminar como quiere un loco que hay por ahí (risas), al medio me gustaría adelantar un concepto y un autor, que se llama Maquiavelo. 

Podría haber comenzado con él o terminar con él, pero (…) podemos hacer un parentesis sobre el más grande científico político de la historia que se llama Maquiavelo. Repito por favor y díganlo a todo el mundo: jamás dijo ‘el fin justifica los medios’. (…) Un tipo demasiado inteligente para pasar a la historia con una frase tan cínica. 

Pero que todos hacen, porque lo terrible del ser humano es que rechaza en la teoría lo que en la práctica normalmente hace. (…) Entonces, vamos organizando nuestro sistema para después interpretar quién es el que manda, quién ejerce el poder y por qué razón y como sabemos, por un tiempo. Porque nadie lo ejerce vitaliciamente. No hay caso (…)  [Luego les encarga trabajos].

Espero estar con ustedes en la próxima clase y si nooo, déjenme decir algo: me harán el más grande favor de mi vida, me harán presidente por 3a vez. Acuérdense. No se rían. De eso sé algo. Mi país —no solo nací aquí sino lo escogí para vivir— es un país que tiene a veces envidias chiquitas, no, ¿Por qué tiene tanta suerte este? ¿Por qué lo eligen dos veces? ¿Por qué subsiste tanto tiempo? ¿Por qué habla tan bien? ¿Por qué cuando era joven era guapachoso?

 ¿Por qué dicen que las mujeres se enamoraban de él y que domina a los hombres mentalmente?… ¿Por qué? Entonces hay un resabio que dice ¡maldición, maldición, ¿y por qué yo no?! Y lo que quieren es ver al héroe encadenado. Pero dejen pasar un mes y verá cómo lo reconvierte. 

La historia está llena de ejemplos así. Yo que Vizcarra haría lo que hizo Fujimori: anda vete. Fujimori fue más inteligente, anda vete. El que lo deja adentro, lo deja a uno con cólera y yo te tumbo. Es más fácil, y te tumbo desde dentro.

Les voy a contar un tema para que vean la fuerza de la política. Ustedes son muy jóvenes (…) pero durante Velasco, años 1975, apareció una revista Kausachum, del señor Augusto Zimmerman Zavala, periodista, que a la postre terminó siendo mi amigo. No sé por qué. Un arequipeño que había sido, cómo no, el hombre de El Comercio. (…) Pero, llegado Velasco, traicionó, (…) y además fue entre los que tomaron le diario El Comercio después, y toda la prensa. (…) Pero pasó Velasco, y se quedó solo. (…) Muy inteligente… La revista solo hablaba de temas militares. 

Había hecho una red de coroneles, capitanes, qué sé yo, que le daban datos de corral, del comando del Ejército, le daban datos (…) y siempre entre los militares hay algo que huele mal, una compra de aviones, de fusiles, el rancho militar, quién ocupa la Villa militar…, siempre hay un problema. Entonces, Kausachum solo se dedicaba a vender noticias de los militares y para los militares. No se vendía en el quiosco en la esquina, no le interesa. (…) Los oficiales de los cuarteles, de la escuela militar, era lo que le interesaba. (…) Época del gobierno militar, en segunda fase, estaba Morales Bermudes, con el General Cisneros, con Pedro Richter.  Yo ya era secretario de organización del Apra y supongamos, me hacía notar en el país (…)  Ya me conocía el país. Y los militares metieron a la cárcel Zimmerman por todas las barbaridades que decía contra nuestras sagradas FF.AA. (…) En Lurigancho.

Cuando un día recibo una llamada extrañísima: lo llama el Gl Pedro Richter, Ministro del Interior. Yo me asusté pues. Tenía 28 años. ¿Qué pasa? – Sí, general… -Quisiéramos hablar con usted en la casa de un amigo común, un abogado que yo conocía también. Cómo no. Y yo fui,  y aparecieron el ministro de Guerra y el ministro del Interior, dos generales ahí. Pero qué pasará acá… Y me dijeron lo siguiente, para que vean el poder de las cosas… -Sabemos que usted es amigo de Zimmerman -Sí, bueno sí, es muy simpático conmigo, es muy mayor pero sí, es mi amigo. -Queríamos pedirle un favor. 

Él continúa publicando Kausachum, y cosa feroz, «han comprado paracaídas usados; los soldados se mueren», no sé, lo que sea. Seguía publicando otro, su n°2. ¿Qué me pedían los todopoderosos militares, ministros de Guerra y del Interior? -Lo vamos a poner en un automóvil y va a entrar sin que nadie se dé cuenta a Lurigancho y usted le habla a su amigo Augusto Zimmerman, por favor que no siga publicando Kausachum. Yo salía riéndome a carcajadas. El gobierno militar, todopoderoso, ¿y le tiene terror a un un señor que tiene encerrado en la cárcel porque publica Kausachum?

Y claro, podían incautar Kausachum, pero eso se hace en un mimeógrafo y sale de nuevo Kausachum en todas partes. Y los primeros que compran siguen siendo los militares, para saber las barbaridades que hacen sus jefes. 

Yo me reí mucho y bueno, acepté el pedido de los jerarcas y fui a ver a Zimmerman. -Tú no vas a creer por qué vengo a verte, vengo como un favor a los militares, a toda la Fuerza Armada del Perú, con todos sus tanques, sus aviones, que te pide por favor que no sigas publicando Kausachum. Llegamos a un saludable entendimiento. Le dije, mira, oye tú no te puedes quedar 5/8 meses aquí en Lurigancho. Me dijo: -Eso lo ha organizado este general porque ha negociado las balas y no sé qué. Entonces, le dije, bueno ya, sigue hablando de otros pero no de ese general que es el que te ha traído a la cárcel. Y salió, y siguió publicando Kausachum

Pero para que vean el poder que tiene un hombrecito desde dentro. Porque el poder, como dijo Parsons, es circulanteno está en una sola mano. Va y viene. Todos participamos del poder. Y hay que ver las debilidades de la caja negra para hacerle un gol… Muy bien, nos veremos el próximo martes (…) Muchas gracias.

                                                                      ——

Se incorpora, son las 21:57. A 8 horas y media de que le toquen la puerta para darle la «preliminar».

Publicado en Café Viena, 28 de mayo de 2019


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